¡Cuántas veces sentimos la necesidad de quemar kilómetros bajo nuestros pies buscando rincones únicos sin percatar -o sin recordar- que vivimos en una tierra privilegiada! Un domingo del mes pasado, aprovechando el veroño tropical de esta Euskadi nuestra (lo de las estaciones está pasado de moda), decidimos pasar el día conociendo algún lugar nuevo. Nunca había oído hablar de Ea, un pueblito de la costa vasca también conocido, según un libro de rutas que tenemos en casa; como los 'fiordos vascos'.
La costa de Bizkaia es mi segundo lugar favorito, después de la costa de
mi querida Gipuzkoa (Hondarribia, Zumaia, Orio, Zarautz, Getaria... y Donostia ¡qué decir!). Previa parada en
Gernika, llegamos a
Ea, un pequeño pueblo de cuento donde el mar es uno más de sus habitantes y la playa es la plaza del pueblo. Su parte vieja es un curioso entramado de cortas y sinuosas calles que, como nuestras vidas,
van a dar en la mar. No pude evitar de acordarme de nuestro
road trip del verano y de las estampas de
Annecy, aquel pueblo francés a orillas de los Alpes. Será por los preciosos puentes que unen ambos lados del pueblo, o por las casas donde la colada recoge el aroma del mar, o por la pasmosa y adorable tranquilidad que respiramos aquellas horas de
veroño, Ea nos encantó. Acabamos la jornada en
Lekeito, más bullicioso pero igualmente recomendable. Unas espectaculares vistas al mar y una imponente y deliciosa iglesia barroca presidía su bahía.
Os dejo algunas fotos que no hacen justicia de lo visitado:
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Gernika |
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Ea |
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Ea |
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Lekeitio |
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