A finales de mayo
viajamos a Berlín. La capital alemana era
una de las ciudades que más ganas tenía de conocer desde hace tiempo y no me ha defraudado: Ha sido un viaje diferente a todos los demás, muy instructivo. Berlín atrapa, no por su belleza pero sí por su vida, su arquitectura moderna junto a monumentales edificios clásicos, por su arte callejero y por su descaro. Impacta comprobar cómo ha evolucionado una ciudad tan herida y dividida hasta hace sólo un par de décadas. Berlín regala historia y arrastra aún en su 'adn' demasiadas muertes pero, en cambio, respira vida en cada esquina.
En la visita a Berlín es imposible omitir la Segunda Guerra Mundial y el muro que después dividió la ciudad durante la Guerra Fría. Hoy en día, según nos contaron, ya no es tan fácil adivinar en qué parte de la ciudad estás pero aún hay viejos vestigios que te lo facilitan. El tipo de edificación de las casas te ayuda a situarte y entrever si esa zona que pisas fue soviética o aliada. El ampelmann, curioso y típico muñeco de los semáforos de la antigua RDA ya se ha colado por toda la ciudad así que tampoco él sirve de referencia.
Aunque sí es cierto que casi todo lo turístico está en la que fue la parte oriental. Desde la Alexanderplatz hasta la puerta de Brandenburgo, pasando por la catedral (hay que pagar para visitar su interior) junto a la Isla de los Museos, la Nueva Guardia, Bebelplatz y el recuerdo a la quema de libros, Gendarmenmarkt y sus iglesias gemelas -la plaza más bonita de Berlín-, la avenida Unter den Linden, el Memorial al Holocausto y la puerta de Brandenburgo a los pies del Tiergarten. Esa fue nuestra primera aproximación a la ciudad, una ruta que sirvió para percatarnos de que en Berlín todo es 'XXL'. La catedral es de propociones inmensas, las plazas son amplísimas y las avenidas muy anchas. Una sensación de amplitud y serenidad que llama la atención en una capital como Berlín y que contrasta con todas las grandes ciudades que hemos pisado hasta el momento. Sin tráfico, sin excesivo ruido, sin venta ambulante acosando a turistas, sin prisas. Berlín es una ciudad en calma, una ciudad en paz.
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Der Ampenlmann, el simpático hombre del semáforo de la RDA |
La Segunda Guerra Mundial
En nuestra visita encontramos junto a algunos de los edificios y monumentos más destacados grandes fotografías del mismo lugar décadas atrás. Cuando la guerra no dejó casi ninguno en pie y las calles estaban llenas de heridos y fallecidos. Como os digo, en Berlin es imposible escapar de la barbarie que fue.
Decidimos realizar una
visita guiada sobre el Tercer Reich. Nunca antes habíamos realizado un tour guiado y tengo que confesar que fue una de las mejores inversiones del viaje. Durante tres horas un apasionado guía nos enseñó la
Iglesia del Recuerdo (imprescindible para poder contemplar los destrozos de la guerra), el
Museo de la Resistencia y lugar donde se gestó la 'Operación Valkiria',
Anhalter Bahnhof -los restos de una vieja estación de trenes que servía para la exportación de judíos-, el
Memorial de Guerra Soviético situado en Tiergarten, la
Columna de la Victoria y la
Topografía del Terror, un lugar que explora -junto a restos del Muro de Berlín- el porqué del ascenso de Hitler al poder y el posterior desarrollo de sus atrocidades. Espeluznante a la par que necesario, descubriendo hechos nunca antes oídos y observando -como ya nos sucediera en Munich- el respeto pero también la importancia con la que Alemania trata a su pasado, la necesidad de contarlo y exhibirlo al mundo. Mientras, aquí, en nuestras cunetas... Recomiendo realizar esta visita: Ayuda a ahondar la historia reciente de Berlin y lo que es mejor: A situarla en el plano actual de la ciudad. Por cierto, nosotros la hicimos con los chicos de
visitasguiadasberlin.com.
Desde la semana previa estuvimos viendo documentales sobre Berlín: Sobre el muro, sobre la guerra, sobre la ciudad, etc. En uno de ellos oímos hablar de los grandes
búnkeres que Hitler mandó construir para proteger a la población civil y que los restos de uno de ellos aún eran visibles en la ciudad. Al parecer eran tan indestructibles, por mucho que lo intentaron los aliados, que decidieron cubrirlos con las ruinas de la ciudad y crear así cuatro colinas (Berlín es completamente plana). Pero uno de ellos, en lado francés, quedó descubierto por una de las zonas. Nosotros lo encontramos por casualidad: Viajamos hasta la estación de metro Brunnenstraße para realizar uno de los
tours subterráneos de Berlin Unterwelten y mientras esperábamos que llegara la hora de inicio entramos con la bici
(¡Berlin en bici es amor!) al parque que había al lado de la parada del metro. Y... ¡allí estaba! De hecho, la oferta de los subterráneos incluye una visita a ese búnker pero sólo a partir del mes de julio (en invierno es una colonia de murciélagos).
Las visitas guiadas de los chicos de Berlin Unterwelten es otra de las actividades que más recomiendo de la ciudad. Nosotros hicimos dos: Una sobre los túneles subterráneos que se construyeron y usaron como escape en la época del Muro de Berlín y otra sobre los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial. Es imposible que no se te ponga la piel de gallina allí abajo...
El día que alquilamos la bicicleta aprovechamos para escaparnos hasta Treptower Park, donde se sitúa el Monumento de Guerra Soviético, el otro gran memorial ruso en la ciudad. Y, de nuevo, hemos de hablar de las proporciones inmensas. El parque, que sirve de homenaje a los miles de rusos enterrados bajo el memorial, es sobrecogedor. Una gigantesca estatua de un soldado ruso se acompaña de relieves que representan la guerra junto a citas de Stalin. Un lugar de gran belleza que, no obstante, me dejó sensaciones encontradas...
Para terminar con la Segunda Guerra Mundial nosotros nos desplazamos en metro hacia el Olympiastadion, el único de los edificios del gran sueño de Germania de Hitler que se construyó. Días después de nuestra visita fue sede de la final de la Copa de fútbol alemana y también de la Champions League y aunque ya había merchandising de ambas competiciones en el campo y aledaños, lo cierto es que la sobriedad y magnificencia del edificio tienen una macada estética nazi... O esa impresión nos dio a nosotros en el momento.
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El Olympiastadion, una de las construcciones del sueño de Germania de Hitler |