28/12/17

2017: Una imagen, una canción, un libro y una serie

Si 2017 fuera una imagen nos transportaría a Zlatini Rat, en la isla de Brac, Croacia. Vacaciones (¡dos años después!) y la mejor compañía. Una playa idílica prácticamente vacía a finales de verano. Agua transparente, piedras blancas, cerveza fría, relax máximo y un anochecer inolvidable para dos. 


Y si fuera un libro, este año es fácil. Y no lo digo yo, lo dice mi abuela. El libro del año (¡corred a comprarlo, insensatos!) es Tu rostro por partes, de David R.L. Si os suena el autor, sí, es mi hermano. ;)


Y si fuera una canción, sería la canción de la intro de Narcos. Dice Spotify que es una de las canciones que más veces he escuchado este año... ¡y doy fe! Totalmente enganchada a Tuyo de Rodrigo Amarante. En bucle.


Y si fuera una serie... este año serían dos. Han sido muchas las series que me han enganchado este año en el que me he puesto al día con Dr. Who, me he enamorado de This is Us y he seguido riéndome con Friends, entre otras muchas. Pero hay dos series -llevo pensándolo días pero soy incapaz de decantarme por una- que superan a las demás. 2017 ha sido el año en el que he descubierto Ministerio del Tiempo y se ha ido directa a mi Top 5. No sé si The Handmaid's Tale entrará algún día en este Top 5 pero sí que su primera temporada es impecable y dura, muy dura. Especialmente porque no estamos tan lejos como nos gustaría de esta distopía...

31/12/16

2016: Una imagen, una canción, un libro y una serie

Si 2016 fuera una imagen sería cualquiera del último fin de semana de mayo. Un 'finde' especial, en el que una de mis mejores amigas de la universidad se casaba, otra daba grandes noticias y nos juntamos todos a bailar, reír y crear nuevos recuerdos. Un fin de semana cargado de abrazos que ya están en mi colección. 


Y si fuera un libro, en un año en el que he logrado leer más que el anterior, sería Sin noticias de Gurb. Este año he leído sobre historia, sobre fútbol incluso sobre geografía... He leído alguna que otra novela, pero jamás en la vida un libro me había hecho reír a carcajada limpia como éste de Eduardo Mendoza.

Y si fuera una canción, sería una que hasta este año ni siquiera me había gustado pero que se ha convertido en la banda sonora de dos fines de semana muy especiales de este 2016. 


Y si fuera una serie, en el año en que Netflix llegó a mi vida, en el año en que he vuelto a empezar a ver (por millonésima vez) Friends desde el principio, en el año en que me he mega-enganchado a Ministerio del Tiempo y Doctor Who y en el que he descubierto grandes series nuevas y viejas... sería, indudablemente, Las Chicas Gilmore. Las de siempre y las nuevas, las de las cuatro estaciones. (Gracias Netflix!). 


29/12/15

2015: Una imagen, una canción, un libro... y una serie

Si 2015 fuera una imagen, sería ésa que descubres por la ventanilla del avión cuando estás descendiendo sobre una de las ciudades que más ganas tienes de conocer del mundo. Es decir, si 2015 fuera una imagen, sería cualquiera de las que saqué en Berlin, indudablemente.



Y si fuera un libro, en un año en el que he leído algo más que el anterior aunque muy poca ficción, sería uno de esa lista de objetivos que me planteé a inicios de año: Futbolistas de izquierdas. Llegó en mi cumpleaños y me duró un asalto. Una lectura muy comprometida.  

Y si fuera una canción, sería cada 'K' final de palabra, sería la melodía en bucle infinito y sería el último verso de 'Aditu Bihurtuak' de Berri Txarrak. 


Y si 2015 fuera una serie no podría ser otra que 'A dos metros bajo tierra'. Estaba marcada en los propósitos para este año y la hemos visto estos últimos meses. He quedado prendada de su capitulo final... ¡ F I N A L A Z O ! Desde luego, el mejor final de serie que he visto jamás. 

21/7/15

Visitar Berlín (II)

> Visitar Berlin (I)

Berlín exhibe la Segunda Guerra Mundial. Aquella locura alemana que impactó al Mundo entero. Pero también exhibe el Muro de Berlín. Esa otra locura ajena que impactó a Berlín entero. Ambas con mucho respeto y sobriedad. 

Lo cierto es que hay más restos del Muro de Berlín de lo que pensaba. Una llega a la capital alemana con esos trozos de cemento decorados con graffitis en la cabeza pero hay mucho más. Uno de los imprescindibles de la ciudad es el Checkpoint Charlie, una parafernalia que recuerda la vieja garita de control en la frontera entre la zona soviética y americana y donde ahora dos ¿guardias? se fotografían con los turistas con el McDonald's como convidado de piedra. 

El East Side Gallery -la zona del muro con graffitis- es visita obligatoria. Empieza justo al lado del precioso puente Oberbaum y se prolonga por más de un kilómetro. Hay auténticas obras de arte y también la evidencia de las miles de personas con nulo respeto por el arte que han pasado dejando sobre las creaciones sus nombres, fechas y garabatos varios estropeándolos en su mayoría. 

Junto a la Topografía del Terror hay más restos originales. En algún punto del mapa entre las paradas de metro de Schwartzkopssstr. y Hauptbahnhof encontramos otro par de tramos sueltos (incluso alguno daba la sensación de abandonado) junto a una vieja torre de guardia francesa -en medio del jardín de una zona residencial-. Pero sin duda, el mejor recuerdo está en el Memorial del Muro en Bernauer Str. Fotografías de la época, vídeos de la construcción e intentos de huída, trozos del muro real, una torreta de vigilancia, audios (en alemán e inglés), etc. Una visita muy didáctica que coincide no sólo con la localización original del muro si no también con las 'casas muro', aquellas que quedaron casi en el limbo y desde donde a la desesperada se lanzaban muchos al vacío. Una visita que muestra la evolución de la zona mientras se desahuciaron, tapiaron y demolieron edificios para aumentar la zona de seguridad.

Graffiti de un tramo de la East Side Gallery


El otro Berlín
Evidentemente, hay mucho Berlín que no es el Muro o el Tercer Reich. Uno de los puntos más destacados es el Reichstag y la visita a su espectacular cúpula. Os cuento: Si tenéis previsto ir a Berlín reservad la visita online, es mucho mejor. ¡Pero con tiempo! Nosotros nos enteramos de esta posibilidad la semana antes de viajar a Berlín y estaban agotadas. Así que nos tocó hacer la cola más lenta del mundo entero durante una hora (y apenas un centenar de personas por delante) para conseguir una reserva para el anochecer. Eso sí, una odisea que mereció la pena. La cúpula es sencillamente espectacular. Sin tener ni la más mínima idea de arquitectura disfruté muchísimo del juego de luces al anochecer a través de los cristales y espejos que Norman Foster usó para construir la nueva cúpula del Recihstag. Y de las vistas. Y de la cámara de fotos. Por cierto, sí, también éste es un edificio de tamaño gigante.

Y más vistas contemplamos desde la Torre de Televisión en Alexanderplatz, una de las grandes creaciones de la RDA. Nos gusta subirnos al punto más alto de la ciudad que visitamos (bueno, a mí más que a otros), aunque quizás Berlín desde arriba no sea tan impresionante como otras capitales.

La Isla de los Museos alberga unos enormes edificios bellísimos que cobijan diversos museos. Nos recomendaron -personas, guías, blogs, etc.- la visita al Museo del Pérgamo que recoge vestigios de civilizaciones antiguas pero os confieso que salimos muy defraudados. Un edifico gigante con una colección pequeña. La Puerta de Ishtar y la Puerta del Mercado de Mileto son impresionantes, sí, pero salimos con la sensación de haber pagado un precio que no merecía el Museo... Recién restaurado y viéndolo posteriormente en Internet, parece que no toda la colección del museo estaba accesible aquel día (pero el precio sí era el completo).

¡Por cierto! Llegué a Berlín con el encargo de adivinar qué son esos gigantes tubos rosas o azules que atraviesan -por doquier- la ciudad y lo conseguí: Al ser Berlín una ciudad construida sobre zona pantanosa es necesario dragar antes de edificar... ¡y la ciudad entera está en obras!

¡Berlín en obras!
Pasearas por donde pasearas no podías dejar de sentir que Berlín es una ciudad con mucha libertad y con una marcada identidad. Graffitis, diseño, arquitectura vanguardista, bares alternativos, techno… Todo en una convivencia pacífica que hace de esta ciudad diferente a las demás. En uno de esos paseos descubrimos uno de esos bares a la orilla del río que habíamos ojeado en Pinterest y… Bueno, muy bonitos de ver pero un tanto extraños para consumir. Con deciros que había ‘seguratas’ para entrar al bar, que estaba prohibido hacer fotos, que la música techno resonaba a las cinco de la tarde y en medio de la estructura de cabaña había un tramo supuestamente original del Muro de Berlín…

Hay que destacar la amabilidad de los berlineses -se acercaban a ayudarte si te veían con un plano en la mano-, su civismo y su gusto por el diseño (en cada esquina, en cada local comercial, en cada edificio, en cada terraza, en cada oficina…). Y es que en Berlín aman el diseño… y las bicis.

En definitiva, Berlín es única, un oasis de ciudad cargada de historia y de vida.

Bares a la orilla del río
> Mis fotos de Berlín en Flickr

14/7/15

Visitar Berlín (I)

A finales de mayo viajamos a Berlín. La capital alemana era una de las ciudades que más ganas tenía de conocer desde hace tiempo y no me ha defraudado: Ha sido un viaje diferente a todos los demás, muy instructivo. Berlín atrapa, no por su belleza pero sí por su vida, su arquitectura moderna junto a monumentales edificios clásicos, por su arte callejero y por su descaro. Impacta comprobar cómo ha evolucionado una ciudad tan herida y dividida hasta hace sólo un par de décadas. Berlín regala historia y arrastra aún en su 'adn' demasiadas muertes pero, en cambio, respira vida en cada esquina. 

En la visita a Berlín es imposible omitir la Segunda Guerra Mundial y el muro que después dividió la ciudad durante la Guerra Fría. Hoy en día, según nos contaron, ya no es tan fácil adivinar en qué parte de la ciudad estás pero aún hay viejos vestigios que te lo facilitan. El tipo de edificación de las casas te ayuda a situarte y entrever si esa zona que pisas fue soviética o aliada. El ampelmann, curioso y típico muñeco de los semáforos de la antigua RDA ya se ha colado por toda la ciudad así que tampoco él sirve de referencia. 

Aunque sí es cierto que casi todo lo turístico está en la que fue la parte oriental. Desde la Alexanderplatz hasta la puerta de Brandenburgo, pasando por la catedral (hay que pagar para visitar su interior) junto a la Isla de los Museos, la Nueva Guardia, Bebelplatz y el recuerdo a la quema de libros, Gendarmenmarkt y sus iglesias gemelas -la plaza más bonita de Berlín-, la avenida Unter den Linden, el Memorial al Holocausto y la puerta de Brandenburgo a los pies del Tiergarten. Esa fue nuestra primera aproximación a la ciudad, una ruta que sirvió para percatarnos de que en Berlín todo es 'XXL'. La catedral es de propociones inmensas, las plazas son amplísimas y las avenidas muy anchas. Una sensación de amplitud y serenidad que llama la atención en una capital como Berlín y que contrasta con todas las grandes ciudades que hemos pisado hasta el momento. Sin tráfico, sin excesivo ruido, sin venta ambulante acosando a turistas, sin prisas. Berlín es una ciudad en calma, una ciudad en paz.

Der Ampenlmann, el simpático hombre del semáforo de la RDA

La Segunda Guerra Mundial
En nuestra visita encontramos junto a algunos de los edificios y monumentos más destacados grandes fotografías del mismo lugar décadas atrás. Cuando la guerra no dejó casi ninguno en pie y las calles estaban llenas de heridos y fallecidos. Como os digo, en Berlin es imposible escapar de la barbarie que fue. 

Decidimos realizar una visita guiada sobre el Tercer Reich. Nunca antes habíamos realizado un tour guiado y tengo que confesar que fue una de las mejores inversiones del viaje. Durante tres horas un apasionado guía nos enseñó la Iglesia del Recuerdo (imprescindible para poder contemplar los destrozos de la guerra), el Museo de la Resistencia y lugar donde se gestó la 'Operación Valkiria', Anhalter Bahnhof -los restos de una vieja estación de trenes que servía para la exportación de judíos-, el Memorial de Guerra Soviético situado en Tiergarten, la Columna de la Victoria y la Topografía del Terror, un lugar que explora -junto a restos del Muro de Berlín- el porqué del ascenso de Hitler al poder y el posterior desarrollo de sus atrocidades. Espeluznante a la par que necesario, descubriendo hechos nunca antes oídos y observando -como ya nos sucediera en Munich- el respeto pero también la importancia con la que Alemania trata a su pasado, la necesidad de contarlo y exhibirlo al mundo. Mientras, aquí, en nuestras cunetas... Recomiendo realizar esta visita: Ayuda a ahondar la historia reciente de Berlin y lo que es mejor: A situarla en el plano actual de la ciudad. Por cierto, nosotros la hicimos con los chicos de visitasguiadasberlin.com.

Desde la semana previa estuvimos viendo documentales sobre Berlín: Sobre el muro, sobre la guerra, sobre la ciudad, etc. En uno de ellos oímos hablar de los grandes búnkeres que Hitler mandó construir para proteger a la población civil y que los restos de uno de ellos aún eran visibles en la ciudad. Al parecer eran tan indestructibles, por mucho que lo intentaron los aliados, que decidieron cubrirlos con las ruinas de la ciudad y crear así cuatro colinas (Berlín es completamente plana). Pero uno de ellos, en lado francés, quedó descubierto por una de las zonas. Nosotros lo encontramos por casualidad: Viajamos hasta la estación de metro Brunnenstraße para realizar uno de los tours subterráneos de Berlin Unterwelten y mientras esperábamos que llegara la hora de inicio entramos con la bici (¡Berlin en bici es amor!) al parque que había al lado de la parada del metro. Y... ¡allí estaba! De hecho, la oferta de los subterráneos incluye una visita a ese búnker pero sólo a partir del mes de julio (en invierno es una colonia de murciélagos). 

Las visitas guiadas de los chicos de Berlin Unterwelten es otra de las actividades que más recomiendo de la ciudad. Nosotros hicimos dos: Una sobre los túneles subterráneos que se construyeron y usaron como escape en la época del Muro de Berlín y otra sobre los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial. Es imposible que no se te ponga la piel de gallina allí abajo...

El día que alquilamos la bicicleta aprovechamos para escaparnos hasta Treptower Park, donde se sitúa el Monumento de Guerra Soviético, el otro gran memorial ruso en la ciudad.  Y, de nuevo, hemos de hablar de las proporciones inmensas. El parque, que sirve de homenaje a los miles de rusos enterrados bajo el memorial, es sobrecogedor. Una gigantesca estatua de un soldado ruso se acompaña de relieves que representan la guerra junto a citas de Stalin. Un lugar de gran belleza que, no obstante, me dejó sensaciones encontradas...

Para terminar con la Segunda Guerra Mundial nosotros nos desplazamos en metro hacia el Olympiastadion, el único de los edificios del gran sueño de Germania de Hitler que se construyó. Días después de nuestra visita fue sede de la final de la Copa de fútbol alemana y también de la Champions League y aunque ya había merchandising de ambas competiciones en el campo y aledaños, lo cierto es que la sobriedad y magnificencia del edificio tienen una macada estética nazi... O esa impresión nos dio a nosotros en el momento. 

El Olympiastadion, una de las construcciones del sueño de Germania de Hitler
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