Horizonte
Marina arrastra los pies. Está cansada de andar y de empujar su vieja carreterilla de juguete que se voltea hacia la izquierda, probablemente debido a la carga mal repartida. Se para en medio del camino y levanta la mirada. Sus ojos se fijan en el horizonte, allí donde siguen brillando las estrellas, pero pese a todo el camino recorrido tiene la impresión de que las luces están igual de lejos que cuando empezó. "Como no me dé prisa papá se dará cuenta de que me he escapado de casa", piensa. Antes de continuar echa un rápido vistazo a la mercancía de la carretilla para asegurarse, una vez más, de que lo lleva todo. Allí están sus notas del último trimestre, el jersey roto, los dibujos que ha hecho en el colegio y la redacción que la profesora de lengua tanto halagó. También están las fotos que les sacó la mamá de Paula a todos los niños de la clase en la excursión al Zoo y el álbum de fotos del armario del salón, ese que su padre escondió cuando mamá se fue y que siempre mira a escondidas. Hay varias cartas, que le ha escrito a mamá en este tiempo, un peluche y el frasco de colonia de mamá, ese que huele a beso de buenos días y a abrazo de buenas noches. "Tengo que darme prisa", piensa. "El cielo está más lejos de lo que pensaba, no me extraña que mamá todavía no haya vuelto".Marina coge aire y echa a andar. Rumbo al horizonte.
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