8/3/13

Mí, me, conmigo

Ahora que estoy en paro, como es obvio, tengo mucho más tiempo libre. Reconozco que estos primeros días he optado por el descanso y la relajación, pero la cabeza tiene su propio ritmo y a veces incluso va más rápida de lo que puedo controlar. Así, entre paseos, series y cabezaditas, también ha habido llamadas de teléfono, ensoñaciones y bocetos de proyectos en el aire.

Este mes estoy en la recta final de un curso de fotografía en el que estoy aprendiendo muchísimo. Por si os apetece comprobarlo, he colgado alguna de las fotos de la excursión de grupo que hicimos el otro día en mi galería de Flickr y con este tiempo tan primaveral que tenemos espero seguir actualizándola.

También estoy aprovechando estos días para ponerme al día con Google Reader. ¡Cuánta lectura pendiente tenía! Uno de los mejores descubrimientos que he realizado recientemente es el blog Los planes de Sophie, quien además todos los viernes hace un recopilatorio muy útil de enlaces de interés que encuentra por la red.

Y al fin he retomado la lectura. Tras finalizar La luz en casa de los demás, un libro fácil y entretenido, me lanzo ahora con El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, mi segunda novela de Murakami después de estrenarme el año pasado con Tokio Blues. Y lo mejor: No paro de escribir. Sobre la Real Sociedad, sobre mis divagaciones, sobre... Bueno, dejémoslo en puntos suspensivos. Y es que pronto, espero, os contaré algo....

Digamos, entonces, que estoy invirtiendo todo este tiempo libre en mí. Mí, me, conmigo...

5/3/13

Nueva etapa

Hoy es, oficialmente, mi primer día en paro. Digo oficialmente porque hoy he realizado la visita de rigor al INEM, después de los días de vacaciones que me correspondían de año y tal hasta dar por cerrado el contrato.

Nunca he sentido tanta necesidad de escribir y tan poca idea de cómo hacerlo como esta última semana. Es frustrante. Quizás debería empezar justo por ahí, por la frustración, mi más fiel compañera en el último mes. Frustración por sentir que te vas por la puerta de atrás, frustración por saber que hay quien no ha querido darle valor a tu trabajo, frustración por llegar querer dejar un empleo que te ha hecho feliz, frustración por tener la sensación constante de estar viviendo un adiós precipitado y acelerado a una relación de seis años.

Pero también podría escribir sobre el orgullo. Ése que te reconcilia contigo misma, ése que te asegura que es mejor arrepentirse de lo hecho que de lo que no osamos a hacer, ése que te recuerda que tu cabeza está en consonancia con tu corazón. De ese orgullo que te embarga cuando alguien pretende acusarte de considerar amigos a tus compañeros. Ese orgullo que te llena cuando recuerdas esos abrazos acompañados de sinceros "para lo que quieras". Ese orgullo que te pellizca cuando recuerdas con nostalgia a los que echarás de menos. Orgullo de descubrir quién soy en la huella que he sido capaz de dejar en los demás.

Aunque aún es pronto para saber por dónde se liberará el torrente de sentimientos. Liberación, felicidad, paz, tranquilidad. Pena, nostalgia, tristeza. Una mezcla de lo bueno (originado por el trabajo y los compañeros que dejo atrás) y lo malo (que provoca el alivio de salir de un ambiente envilecido por los que mandan, por la libertad que da el no tener que tratar con incompetencia e hipocresía a la vez). Pero todo ello comandado por una sensación genial: ilusión. ILUSIÓN. I L U S I Ó N.

Y es que sólo puedo mirar al frente. Y es que siento que estoy ante una nueva etapa. Y es que creo que los cambios siempre son para mejor.

Continuará....
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