25/3/14

Crecer duele

Y quien diga lo contrario, miente. Crecer duele mucho. Porque, irremediablemente, implica perder, echar de menos, añorar. No niego que lo que venga por delante pueda ser incluso mejor que lo vivido, y que hace falta perder para poder apreciar lo que sigue a tu lado, pero hacerse mayor es un proceso difícil de asumir. 

Hay miles de maneras de hacer la transición (¡premio por utilizar la palabra de moda esta semana!); tantas como personas en el Mundo. Os adelanto que la mía es lo equivalente a un harakiri emocional. No me arrepiento de nada de lo que haya hecho o dejado de hacer en estos últimos diez años de mi vida, lo que me duele es no poder volver a hacerlo. 

No hay día que no me lamente por el irremediable paso del tiempo y mi cada vez más cerca treinta cumpleaños. Hoy lo traigo a colación por que hace casi diez años empecé a ver How I meet your mother, una serie que me ha acompañado en todos estos años. He madurado a la vez que Lily, he perdido algunos de mis miedos en este tiempo como le ha ocurrido a Robin y he evolucionado, tal y como le ha pasado a Ted. Y aunque en los últimos años les haya ignorado ligeramente por aburrimiento, sus últimos coletazos van acompasados con la agonía de mi veintena. 

(OJO, ¡SPOILERS OTRA VEZ!) 
Es por esa mutua compañía y por mi vena nostálgica por lo que nunca he dejado de lado esta serie. Ahora enfilan ya su recta final y han dado un giro de lo cómico a lo emotivo; mientras lanzan dardos directos a mi trauma peterpaniano (¡palabro!). Porque si hay algo que me agobia, si hay algo que me aterra, si hay algo que me martiriza, es pensar en todos aquellos que quedaron por el camino. Ted realizó un discurso breve pero brillante sobre ello en el capítulo de la semana pasada. En el colegio, en el instituto, en la universidad, en el trabajo. Es alucinante la cantidad de gente que se te antoja vital, imprescindible y eterna en tu vida. Y es -si me permitís la expresión- 'acojonante' la facilidad con la que llegan a esfumarse amistades que han formado parte de ti. Afortunadamente me considero una persona muy positiva y creo que, en lo que soy, hay parte de todos esos amigos que tanto me aportaron. Pero asusta ser consciente de lo volátil y frágil del concepto de amistad. Ted quiso despedirse de todos aquellos que han pasado por HIMYM de manera regular pero secundaria. Y nos recuerda algo que deberíamos tener grabado a fuego todos:

"That's why when you find someone you want to keep around, you do something about it". 

O lo que es lo mismo. Estefanía, Nagore, Amaia, Cris. Yo siempre haré lo que tenga que hacer para que sigáis a mi lado. Porque algunas amistades sí que son para siempre. :)

Si ya lo decía Amaral, por encima de todas las cosas:
















18/3/14

Breaking Bad, el final

¡ATENCIÓN: SPOILERS!



Hace unos meses os decía que en casa nos habíamos enganchado a Breaking Bad. Empezamos a verla en otoño y a mediados de enero ya sólo nos quedaba la quinta -y últim- temporada. Las cuatro primeras nos parecieron de gran calidad, algo lenta en ocasiones pero con una trama muy bien hilada y con una evolución muy marcada de los personajes. Sin lugar para la improvisación y con todos los perfiles elaborados al milímetro y compenetrados a la perfección. Pero la quinta temporada empezó, a nuestro parecer, floja. De hecho, hemos tardado casi tres meses en verla. Para ser exactos, tardamos casi tres meses en ver los ocho primeros capítulos, por aburrimiento. Sin embargo devoramos en unos días la brillante recta final.

Cuando empecé a ver esta serie estaba contaminada por todas las opiniones que de ella había oído. Coincido en casi todas: Es una gran serie, sin duda. Las expectativas eran pues, muy elevadas. Especialmente con el final, del que me habían dicho que era "el gran final". Así que cuando llegó el momento de darle al último play úmis expectativas y yo nos acomodamos en el sofá para disfrutarlo.

Y sí: es un buen final. Cerrado. Consecuente. Sin cagarla (¡gracias!). Sin moralismos (¡gracias! ¡gracias!). Sin Disneys (¡gracias! ¡gracias! ¡gracias!). Un final digno de una serie casi de culto. Pero, para mí, no un final a la altura de Heisenberg. 

"Quizás sea por eso de las expectativas", pensé. Me fui a la cama y, móvil en mano, busqué por internet. Busqué y hallé. "¡No soy la única!". Uno de los aspectos más brillantes de esta serie es la transformación de Walter White en Heisenberg, pero este final supone un paso atrás en esa línea tan milimétricamente trazada. Me faltó verle morir como el monstruo en el que se había convertido o, como dicen en este artículo, como el monstruo que con tanto esfuerzo construyeron: "El personaje de Walter White, en cuanto figura trágica, había llegado ya demasiado lejos como para que hubiese camino de vuelta. (...) Los guionistas no se han atrevido a hacer sufrir más a Walter... y eso les ha quedado muy poco Heisenberg". 

Mención aparte merece que el desenlace final de cinco años fuera un homenaje a McGyver... 

A pesar de todo, insisto, me parece un buen final. Y sobre todo una gran media temporada final. ¡Ahora toca buscar otra serie a la que engancharse! Pero parece difícil que esté a la altura de Breaking Bad...



11/3/14

¿Quién me ha robado el invierno?

Estoy realmente indignada: ¡¡¡El mundo me debe un invierno!!! Porque a estas alturas del partido parece evidente que este largo otoño me ha robado mi estación favorita. Y puede que aún lleguen coletazos pero a mí ya nada me consuela. Este fin de semana se nos ha presentado ya una más que apacible -y apetecible- primavera. Hastiados de lluvias y vientos, este maldito otoño sin fin da paso a una estación que, éste año sí, llega fiel a su cita. También es verdad nos debían la primavera pasada... Y sí, apetece un sol de veinte grados, días algo más largos y sobre todo poder sacar la cabeza fuera de la capucha. Pero, oye, ¡¡¡no a costa de MI invierno!!!

Yo quiero frío. Quiero heladas. Quiero rocío. Quiero bufandas, guantes y abrigos abotonados hasta arriba. Quiero sentir el aire FRÍO en mi cara mientras paseo por la calle con la impagable sensación de llevar la ropa justa -ni más ni menos-. Quiero disfrutar de un chocolate caliente al sol de invierno. Quiero... ¡quiero nieve! Nieve en la calle, nieve en las montañas que nos rodean, nieve relativamente cerca...

Así que, después de un fin de semana casi veraniego ¡mañana estaré disfrutando de un paisaje blanco infinito! Me voy a la nieve a desquitarme, aunque me parece que allí quizás también me sobren capas de ropa.

Eso sí, mientras las bufandas me miran intactas desde el cajón donde las coloqué allá por el octubre pasado (¡sólo he usado una y cuento los días con los dedos de una mano!), este fin de semana les fui infiel pisando la arena de la playa. ¿Veis como mi carácter bipolar nunca falla? Y qué bonita luz tenía mi bahía...

Bahía Txingudi, Bidasoa. Hitzen Mundua

4/3/14

La noche del ratón

Cuando éramos pequeños mis padres quisieron que tanto mi hermano y yo cultiváramos cuerpo y alma, exploráramos todas nuestras posibilidades y buscáramos nuestra vocación. Y, por supuesto, que nos divirtiéramos. Así -entre los dos- hemos sido karatekas, tenistas, futbolistas, baloncestistas, músicos (violinistas y pianistas principalmente, pero también le hemos dado a la guitarra y al fagot), miembros de coro, actores, ceramistas, pintores y alguna que otra cosa más que no quiero o no puedo recordar. Confieso que lo mío era la música, lo de los deportes se me daba peor que mal. 

Ante nosotros un abanico de posibilidad que, cuánto menos, sirvió para que proliferara la creatividad. Y os aseguro que ha dado sus frutos. No de un modo destacable en mí porque, más allá de una imaginación sin límites, mi pereza desmedida apaga cualquier resquicio de creación. Pero al menos mi hermano (que de vago también tiene un poco, no todo van a ser flores) ha desarrollado la faceta creativa de la familia.

Cinéfilo desde que recuerdo, después de varios cortometrajes -alguno de esos raros de entender-, hace dos años que se embarcó en la locura de grabar su primera película. En un proyecto autofinanciado, todo su equipo ha logrado llegar a puerto sanos, salvos y orgullosos. Y hace poco nos contaban en la web que, en una mezcla de azar y talento, su película ha llegado a las manos de Shoreline Entertainment, una agencia de ventas estadounidense. Todo un notición. 

De la película, poco os puedo contar. Sus protagonistas madrugan para acudir a una reunión de trabajo para la que deben realizar un largo viaje en coche. Si queréis saber algo más, entrad a su web. Pero sobre todo, no olvidéis el nombre: La noche del ratón. 




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