14/2/11
Soledad
Arrastraba una mirada nostálgica, como si le vida le hubiera obligado a cargar con demasiados palos. Me sorprendió en las distancias cortas: pese a la melancolía y a la tristeza que parecía emanar, percibí un atisbo de energía que dejaba entrever un pasado feliz. Parecía haber sufrido demasiadas cosas en esta vida como para volver a creer en el futuro. Era silenciosa, escuchaba y dejaba hablar, no sé si meditaba en lo que los demás le contaban o simplemente estaba ausente; y ese halo de misterio, de soledad perseguida, me sedujo. Quise protegerla, quererla, ayudarla. Convertirme en su guía, su apoyo. Pero ella no me lo permitió. Su mirada se volvió serena pero segura. Comprendí que todo aquello que creía que le angustiaba, era lo que le gustaba. No quería compartir su mundo.
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