22/7/13

Veinteañera

Esta semana es mi cumpleaños. Cumplo los veintitodos, es decir, enfilo la recta final de esta maravillosa década. A partir del jueves entro en una cuenta atrás: 365 días para dejar de ser joven. Tic, tac, tic, tac. 12 meses para tachar retos y objetivos de la lista “qué hacer antes de los 30”. O antes de ser vieja.

No se me da bien crecer. Tampoco iba a ser buena en todo, ¿no? Me gusta el día de mi cumpleaños, pero no me gusta el hecho de cumplirlos. Desde los 25 siento vivir intentando arañar momentos, tratando de añadirle días al calendario en vez de arrancárselos, para poder quedarme para siempre en esta fase de mi vida. Pero la jodida vida ha pisado el acelerador y quema los días, meses y años. Es como si el Mundo quisiera arrebatarme lo que soy mientras me aferro a los recuerdos de lo que fui.

 Y vuelvo a ser víctima de mi constante contradicción. Mi optimismo me hace estar convencida de que lo que va a venir es mejor que lo vivido. Pero mi incorregible nostalgia me hace querer aferrarme a lo pasado. Acabo en una encrucijada en el camino; miro a mi alrededor y veo que la vida ha avanzado más rápido de lo que me ha dado tiempo a asimilar y siento, con angustia, con no hay vuelta atrás. Que hay experiencias, anécdotas, meteduras de pata, locuras y sentimientos que ya no volveré a vivir.

 Es como si me obligaran a vivir una vida que no es la mía, como si me impusieran riesgos y responsabilidades que no me corresponden... aún. Puede que sea cuestión de madurez o quizás tan sólo de actitud. Y puede que un día me levante de la cama con ganas de asumir que ya no soy aquella chavala. Pero ahora, por el momento, sufro la fase de negación.

 Por lo menos aún nadie ha osado a llamarme señora. De hecho, no hace mucho que una mujer me insultó llamándome veinteañera. Le di las gracias.


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...