21/10/14

Neuschwanstein: El castillo soñado

Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Estaba en mi primer año de instituto (1º de Bachiller) y me acerqué al aula del departamento de Historia para hacer una consulta a mi profesor. Y allí estaba: ampliado y enmarcado. "¿Qué es?", le pregunté. Y entonces Alex, uno de los mejores profesores que me he cruzado en mi vida estudiantil -esa que nunca acaba-, me lo presentó. Era el castillo de Neuschwanstein, en Alemania, de proporciones inmensas y que, entre otras cosas, sirvió de inspiración para el castillo de Eurodisney. Desde aquel instante deseé visitarlo. 

Como sabéis, en agosto hicimos un 'road-trip' hasta Munich. El primero de nuestros días en la gran cuidad bávara lo dedicamos entero a  mi castillo. Nos habían recomendado ir a primera hora del día (se tarda algo más de una hora en llegar en coche) pero no logramos salir de Munich hasta pasadas las diez de la mañana. Una vez allí, cola para aparcar y una inmensa cola para conseguir las entradas. Puedes visitar sólo el castillo de Neuschwanstein o comprar un ticket combinado para poder visitar el castillo de Hohenschwangau también. 

La explotación de los castillos sigue un modelo muy cuadriculado, muy organizado, muy germánico. Las visitas guiadas son en alemán y en inglés; los que deseen hacerla en otro idioma se servirán de una audioguía. Eso sí, cada oveja con su pareja: para cada idioma hay una hora determinada. Puede que sea por el afán por el orden o para que los latinos gritones nos molestemos sólo entre nosotros, jeje. 

Mientras esperábamos en la cola de las entradas degustamos unas ricas wurst alemanas y una más rica aún weiß ßier de la zona. A pesar, repito, de que nos repitieron varias veces la necesidad de llegar temprano, a duras penas conseguimos tickets para visitar el castillo en el último turno del día en castellano. De hecho, durante la jornada nos topamos con una pareja que, habiendo llegado poco después que nosotros, se quedó sin poder visitarlo. 

Los castillos están situados en un paraje idílico incluso para mí, que ya sabéis que soy más de mar o asfalto que de montaña. Las vistas son espectaculares, verde y más verde y lagos de película. Y, al fondo, los Alpes. Además, el tiempo nos acompañó durante toda la jornada y eso que en los días siguientes tuvimos que echar mano de paraguas. Dicen que el Rey Luis II, el loco rey que mandó construir el castillo, se recluyó en aquel paraje del que estaba locamente enamorado. ¡Cómo para no! 

Primero visitamos el castillo de Hohenschwangau. La visita de 20 minutos te permite hacerte una idea de cómo es la totalidad del castillo. En Neuschwanstein, en cambio, la visita se queda excesivamente corta. Supongo que parte del interior no está acondicionado pero nos quedamos con la sensación de haber visto demasiado poco y, además, demasiado rápido. Aún así, la visita merece la pena, todo el mobiliario y los detalles están milimétricamente cuidados y la recreación es muy interesante. Cada vez que visito un monumento residencial (en el propio Munich entramos en Residenz, la Residencia Real que ahora sirve para exhibir un lujo y una decadencia desmedida -visita que recomiendo encarecidamente, por cierto-) entiendo menos qué han hecho en Estambul con el Palacio Topkapi.

No obstante, lo más bonito es la imagen imponente del castillo desde el exterior. Especialmente en la  zona trasera del propio castillo con un puente colgante atiborrado de turistas pero con unas vistas inolvidables. También hay un telesilla para poder ver la más famosa de las vistas del castillo, la de la entrada roja desde lejos; pero eso quedará para una futura ocasión. 

Vista del castillo de Hohenschwangau

El castillo de Hohenschwangau y su espectacular entorno

Inmenso el castillo de Neuschwanstein

Si vais a Münich Neuschwanstein es parada obligada. Entréis o no a visitar el interior de los castillos no podéis perderos este monumento que, recientemente fue finalista de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno y cuyas dimensiones os dejarán boquiabiertos... Yo, desde luego, no dejé de sonreír mientras contemplaba uno de esos rincones del mundo que siempre había soñado mirar. Eso si, ¡IR A PRIMERA HORA! ;)


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