15/5/12

Pasado

Las grietas de una ciudad conforman los escenarios de nuestra vida. Los cambios en sus muros implican la sustitución de lo viejo por lo nuevo. Cambios que a veces cuesta asimilar porque nos vuelven a recordar que el tiempo no pasa en balde.

Hay dos maneras de sentir el paso de los años: Aquella que a cada instante te recuerda lo que fuiste y ya no volverás a ser, y aquella que te recuerda lo que quisiste pero no has sido capaz de ser. A mí la primera, me pesa horrores.

Vaya por delante que mi filosofía diaria es la que responde a la idea de que cualquier tiempo presente es mejor que el pasado o el futuro, pero tengo una vena nostálgica que últimamente busca acaparar ella sola todo el protagonismo (más de lo normal).

Hace poco derribaban en Irun un 'edificio' viejo y feo, a la par que emblemático. Fueron muchas las personas que se acercaron a fotografíar su último amanecer y a contemplar las obras (además de los pensionistas, quiero decir). Muchos de ellos veían cómo caían imágenes del pasado, imágenes que guardarán siempre en el recuerdo pero que nunca podrán volver a vivir. Seguro que a más de uno le costará asimilar eso cuando paseen por el lugar y no vean la vieja 'Bixera'.


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